martes, 28 de agosto de 2007

Cuando los Grandes estaban con Nosotros


En el prefacio de su antología estelar, “The Best of the Best; 20 Years of the Year’s Best Science Fiction”, Gardner Dozois señalaba:

"Cuando comencé a trabajar en “The Year’s Best Science Fiction, First Anual Collection”, en 1983 (…) la mayor parte de los famosos escritores de CF de la Edad de Oro Campbelliana de los 40′ y de la Edad de Gold y Boucher de los 50′ no solo estaban vivos sino que ademas, disponibles para conversar con ellos en la mayoría de las convenciones de ciencia ficción…”

Esta es una idea que se me ha aparecido en repetidas ocasiones durante los últimos años, en distinta formas, pero siempre intentando expresar una cierta nostalgia por aquellos tiempos cuando Asimov, Heinlein, Anderson, y muchos otros, estaban aun entre nosotros, y muy cerca.

Es así como a pocos días de comenzar Nippon2007, la 65ava Convención Mundial de Ciencia Ficción, algunos de los participantes extranjeros han comenzado a aparecerse bajo este cielo del color de un televisor sintonizado en un canal muerto. Y precisamente de boca de uno de ellos es que me ha tocado volver a escuchar sobre este tema. Pero esta vez, quizás, con la intensidad propia de quien ha conocido personalmente a aquellos famosos y en cuyos ojos se aprecia el brillo de los recuerdos lejanos.
En verdad, se trata de una ella, Audrey Whelan, esposa del talentoso artista Michael Whelan, uno de los invitados de honor de esta Convención.
La ocasión, una agradable reunión en un isakaya (equivalente local de una shopperia) cerca de Akihabara, luego de una de las últimas reuniones del Comité Organizador. Fue allí, entre cervezas y picadillos al estilo japones, que ella primero nos hizo reír con algunas anécdotas que involucraban a Heinlein, y nos hizo emocionarnos con sus recuerdos del buen doctor.
Hablando del propio autor de Fundación, la señora Whelan indicaba que siempre habia sido muy agradable poder conversar con él. No solo por sus conocimientos y su amenidad, sino que ademas, por su capacidad de abordar diversos temas, para luego regresar al punto original, como si todo el recorrido fuese una historia que siempre el tiempo estuvo en su cabeza.
Fue una feliz coincidencia, entonces, que luego de que nuestra propia conversación derivara hacia otros tópicos (como los últimos trabajos de Michael Whelan), al final volviéramos al principio. Ocurrió luego de preguntarle a Whelan si acaso había realizado algo para las revistas del género; no ha hecho mucho para ellas, pero algo que recordaba especialmente era la portada con que la propia revista Asimov’s despidió al famoso escritor, allá en 1992. Un Asimov erguido sobre una pila de libros y acompañado por uno de sus amados robots. Un esplendido homenaje para uno de los más importantes escritores de ciencia ficción que han existido en la breve, pero agitada historia de nuestro genero.
A causa de la ley de la vida, y hasta que la Singularidad nos alcance, siempre tendremos que lamentar la partida de otros. En este caso, no podemos sino esperar que la lista de “grandes” de la ciencia ficcion que ya no estan con nosotros siga creciendo.
De hecho hace solo unos meses tuvimos que agregar el nombre de otro de ellos, Jack Williamson. Uno que también vislumbro robots, y héroes espaciales, y muchos futuros que han quedado en el pasado.
Pero quizás es injusta esta mirada. De alguna forma nos insinúa que los actuales escritores no caben en los zapatos de sus predecesores. Sin embargo nadie podría dudar que la generación que siguió a la de la Edad de Oro es también una muy destacada; Robert Silverberg, Harlan Ellison, Roger Zelazny, Ursula Le Guin, y muchos otros. En las Convenciones, y en el corazón de los aficionados, ellos ocupan el lugar que antes fue de Asimov y compañía. Y tras ellos vienen Gibson, Bear, Vinge, Brin, etc. Y un nuevo destacamento de escritores, ya reconocidos y consagrados, aparecen como los “grandes” de la primera década del siglo XXI.
Este es la mas significativa demostración de que la Ciencia Ficción es un género vivo, y que no se agotara en el recuerdo de las glorias pasadas. Como en Enrique V, siempre podremos decir que estuvimos en aquel día magnifico compartiendo el campo de batalla con los mas ilustres. Los nombres podrán ser distintos, pero la estatura de los héroes sera la misma o quizás mayor.

Por Rodrigo Juri. Fuente: www.tauzero.org
Este articulo fue publicado originalmente en el blog del fanzine electrónico Tau Zero.

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